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nosotros los comunes

nosotros los comunes Nosotros los Comunes (comuneros 1781)
Grupo la candelaria Bogota

1. Presentación

BANDO

(Redoble de tambor). Mayo 26 de 1776. Por cédula real de Su Majestad Carlos III de España, toma posesión de este virreinato de la Nueva Granada Su Excelencia el Virrey Manuel Antonio Flórez, Comendador de Lopera de la Orden de Calatrava y Teniente General de la Real Armada. (Redoble de tambor).

Entra el Virrey, cargado en una silleta sobre las espaldas de un indio que sigue marchando en el mismo sitio). Dos años más tarde, en 1778 se declara la guerra entre España e Inglaterra. Su Excelencia el Virrey recibe orden de Su Majestad de trasladarse a Cartagena de Indias para defender sus fuentes y es nombrado Regente Visitador, don Juan Gutiérrez de Piñeres, quien queda encargado de atender todo lo relacionado con la Real Hacienda.

Redoble. Entra el Visitador también cargado por un indio y queda junto al Virrey. Cada uno habla por su cuenta, mientras los silleteros caminan en su sitio lentamente. No debe darse la sensación de diálogo.

VIRREY

Qué hermosos valles y montañas! No me explico cómo una región tan rica puede estar sumida en la total miseria.

VISITADOR

iHospitales, hospicios, escuelas! Qué locuras las de Flórez. De dónde dinero para semejantes fantasías!...

VIRREY

Abriré amplios caminos hacia el mar, construiré hospitales, hospicios, escuelas.

VISITADOR

Su Majestad Carlos III me ordenó sacar hasta el último maravedí de este miserable virreinato. Se necesita dinero para sostener la guerra contra Inglaterra, que nos quiere quitar la supremacía en los mares...

VIRREY

Mendigos por todas partes. Díctaré una ley prohibiendo la mendicidad en todo el virreinato.

VISITADOR

Reformaré todos los impuestos. El de alcabala aparte del de Barlovento, e impondré el Gracioso Donativo: dos pesos los nobles y un peso el comun.

VIRREY

Rebajaré al máximo los impuestos. Cómo puede desarrollarse un país con semejante cumulo de contribuciones, pechos, sisas sobre sus débiles espaldas?

VISITADOR

Sacará 600 .000 pesos al año. En los gobiernos anteriores sólo se sacaban 100.000. Yo con 600.000 contribuiré a salvar a España del león británico.

VIRREY

Imprentas y talleres... (Se van intercalando los parlamentos).

VISITADOR

Pontazgos y alcabalas...

VIRREY

Leyes en favor de los indios...

VISITADOR

Estancos para el tabaco, el aguardiente... (Salen).

II. EL MERCADO

Un mercado en la Plaza del Socorro. La Plaza está desocupada y van entrando primero las vivanderas y vendedores, luego los escasos compradores. La escena es improvisada de manera que los diálogos se superponen, destacándose algunos parlamentos en los que se expone el tema de la carestía y los impuestos. Ambiente muy pobre. El desarrollo de la acción y de los temas es el siguiente:

1. Entra la vendedora de guarapo e instala su puesto, seguida por la vendedora de arroz y yuca. Se preguntan por sus familiares y por la enfermedad del niño de brazos de la vendedora de arroz, quién lo trae consigo.

2. Entran el vendedor de tomate y un vendedor ambulante de hierbas y raíces medicinales. Mientras se instalan, hablan del mal estado de los caminos y de las falsas promesas de que lo recaudado en los pontazgos sería para meiorar los caminos.

3. Entran algunos compradores y el vendedor de miel.

4. La vendedora de arroz se acerca con su niño al yerbatero y le pide que se lo cure. Regatean el precio.

5. Entra un hombre con un costal de sal; es un vendedor que carece de permiso. Lo ofrece en venta, muy barato, para poder pagar los impuestos de alcabala de su sembrado de tabaco. Anda de un puesto a otro, sigilosamente. Nadie le compra.

6. La vendedora de arroz vuelve a su puesto y encuentra una compradora que le está "pellizcando" la yuca. Se arma un escándalo.

7. Entran dos guardias. Las mujeres se callan. Los guardias empiezan a pedir papeles en cada puesto. Algunos los tienen. Los que no, son amenazados con ir a la cárcel si no pagan la multa y el impuesto. Empiezan con el vendedor de tomate, quien carece del papel del puesto y promete, suplicante, pagarlo en las horas de la tarde.

8. Uno de los guardias se dirige al vendedor de hierbas para pedirle el Impuesto del Viento (impuesto a los vendedores ambulantes), en seguida a la del guarapo, al de la miel y por último a la del arroz, quien por la miseria, la enfermedad del hijo y la pelea reciente con la compradora está que se la lleva el diablo; además, no tiene el papel del puesto. El guardia la recrimina violentamente y le ordena retirarse de la plaza. Se dirige a la del guarapo. La mujer del arroz se lamenta.

MUJER DEL ARROZ

Y yo cómo hago? Si no vendo, cómo hago para pagar, y si no pago cómo hago para vender? (Cuando los guardias están de espaldas dice casi para sí) Malparidos guardias de mierda!

Los guardias la oyen. Hay un corto silencio. Se precipitan sobre la mujer y le riegan el arroz y las yucas por el piso. Todo el mundo protesta y se forma una gran algarabia, que es cortada por un redoble de tambor. Entra un pregonero acompañado de un guardia y lee un bando.

PREGONERO

"Por orden de Su Majestad Carlos III de España, que Dios guarde, ordenamos: Primero: auto resolutivo por el cual se restablece la cobranza del derecho de Armada de Barlovento separadamente de la Alcabala, con arreglo a los aranceles insertos en los despachos. Segundo: que de hoy en adelante se cobre un nuevo impuesto, que llevará el nombre de Gracioso Donativo (Protestas) y su cobro será en la siguiente forma: los nobles, ricos, criollos y españoles pagarán dos pesos; todo el común, los indios, un peso. Publíquese a voz de bando y pregonero. Firmado, Don Juan Gutiérrez de Píñeres, Visitador General". (Redoble).

La gente protesta airadamente. Los guardias la amenazan y la dispersan por la plaza. Continúan pidiendo papeles. Un guardia regresa donde el vendedor de tomates y le exige el pago de la multa. El hombre protesta y alega que no ha podido vender nada. Los guardias le patean la caja de tomates y aparecen unos huevos que tenía ocultos. Silencio. Los guardías preguntan de dónde sacó esos huevos. El hombrecito dice que no son de él, que son de un compadre que se los dio a guardar. Los guardias le destrozan los huevos y la cajita. Se forma un tumulto. Los guardias se llevan al hombre a la cárcel. La mujer del arroz se levanta y arenga a la gente.

MUJER

Hasta cuándo? Hasta cuándo vamos a soportar tanta miseria, tanta injusticia? No podemos quedarnos con las manos cruzadas viendo cómo nos humillan, cómo nos tratan como si fuéramos bestias de carga! Hoy me derramaron el arroz a mí y le destrozaron el puestico a don Rudecindo. Mañana será a usted, doña Petra, o a usted y a usted y a usted. Viva el Rey y muera el mal gobierno! (El guarda regresa y le da un culatazo a la mujer para callarla. Se la llevan).

Redoble de tambor. Las gentes salen de la plaza en distintas direcciones. La mujer del guarapo recoge la canasta con el niño de la mujer del arroz. Sobre una tarima un actor lanza una arenga.

ACTOR

"Sostenemos como evidentes estas verdades: Que todos los hombres son creados iguales. Que son dotados por el creador de ciertos derechos inalienables entre los cuales están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigidos invariablemente al mismo objetivo, demuestra un designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber derrocar ese mal gobierno y establecer nuevos resguardos para su futura seguridad". Con estas palabras, hace cinco años, el pueblo de los Estados Unidos del Norte declaró su independencia de la Real Corona Británica.

Una actriz, sobre otra tarima, arenga.

ACTRIZ

El fuego de la revolución está prendido en toda América y es menester propagarlo. El inca, José Gabriel Túpac Amarú, se ha levantado en Tungasuca, virreinato del Perú, y ha dictado el siguiente bando:

"Yo, don José I, por la gracia de Dios Inca, rey del Perú, de Quito, Santa Fe y continentes de los mares del sur, duque de la Superlativa, señor de los césares y amazonas, con dominio en el gran Paitití, comisionado y distribuidor de la piedad divina por el erario sin par, declaro: que los reyes de Castilla han usurpado mi corona cerca de tres siglos, pensionándome los vasallos con innumerables gabelas, lanzas, sisas, aduanas, alcabalas, estancos, diezmos, quintos, audiencias y corregidores, y todos los demás ministros, todos iguales en la tiranía, vendiendo la justicia a quien más puja o quien más da, junto con los empleados eclesiásticos del reino. Por tanto y por los justos clamores que con generalidad han llegado al cielo, mando que no se obedezca en cosa alguna a los ministros europeos intrusos".

Redoble

III. LOS CARNICEROS

1. A un puesto de carnicería atendido por su dueño, Crístancho Flórez, llega un hombre a comprar carne. Le pide que le venda una libra. Aquél se la pesa, y cuando el hombre va a pagar, Cristancho le dice que vale siete maravedíes en lugar de cinco. El hombre protesta. Se va juntando gente que pasa por allí, además de algunos que llegan a comprar y de otros carniceros. Se forma un verdadero motín contra los carniceros, quienes insisten en subirle a la carne contra las disposiciones legales que imponen un precio fijo. Los carniceros alegan que si no le suben a la carne, salen perdiendo.

2. De pronto, uno de los hombres descubre al señor Nieto —ganadero adinerado— y le pide que él, como vendedor de reses, diga si es que las está vendiendo más caras. El señor Nieto dice que él las está vendiendo al precio estipulado por la ley.

3. Llega un guardia y toda la gente se dispersa. El guardia pregunta qué está pasando y nadie le responde. Al fin el hombrecito del comienzo dice que lo que pasa es que los carniceros le están subiendo el precio a la carne. El guardia increpa a Cristancho y éste alega que no puede seguir vendiendo la carne al precio que impone el gobierno, debido a los impuestos. El guardia se lo lleva para la cárcel.

4. El señor Nieto reune a la gente y le dice que la situación no se puede aguantar más y que la noche anterior hubo una reunión en casa del señor Berbeo con otros notables criollos, como el senor Plata y el señor Rosillo, quienes están dispuestos a ir hasta las últimas consecuencias en su lucha contra el mal gobierno que los está arruinando a todos. Que se recibió una carta de Santa Fe ofreciendo apoyo, firmada nada menos que por el Marqués de San Jorge, Don Lozano Peralta, criollo dueño de grandes ganaderías. Así que él le pide a la gente del pueblo hacer algo contra esta situación. La gente se reune y solícita al señor Nieto que ya que se encuentra tan dispuesto a ayudarlos, los acompañe a la Alcaldía para sacar de la cárcel a Cristancho y exigirle al alcalde que rebaje los impuestos. El señor Nieto "saca el cuerpo" y dice que en el momento no puede, pero que vayan ellos a donde el alcalde, le armen un escándalo y después le cuenten lo que pasó.

IV. LOS TABACALEROS

Sale un hombre, un tabacalero. Se sienta sobre una mesa y se dirige confidencialmente al público.

HOMBRE

Les voy a contar lo que pasa con nosotros los tabacaleros. Resulta que por estar España en guerra con Inglaterra perdió sus mercados. Entonces no sabe qué hacer con los productos de las Indias, sobre todo con el tabaco. Y es por eso que el Visitador Gutiérrez de Piñeres prohibió el cultivo libre de tabaco en estas tierras. Esto lo hicieron para vender únicamente el tabaco que se produce en Cuba, de manera que aquí en la Nueva Granada estancaron el cultivo en casi todas las regiones, con el perjuicio que ustedes pueden imaginarse para nosotros los cultivadores, sobre todo para los que poseemos pequeños terrenos. Además otra cosa: no sólo nos prohiben cultivarlo sino también venderlo y fabricarlo. Ahora sólo el gobierno lo compra, lo elabora y lo vende. A uno —y eso con mucha suerte— sólo le permite cultivar un número determinado de maticas, y ¡ay de que uno se llegue a pasar en dos o tres de las que le han permitido sembrar! Vienen y le arrasan la cosecha y queman todo, hasta la semilla, y no le permiten a uno volver a cultivar. Mejor dicho, la ruina.

V. EL CONTEO DEL TABACO

La escena se desarrolla en dos planos: adelante, el padre y dos hijos cuentan con mucho cuidado las matas de la sementera de tabaco; atrás, la madre prepara el sancocho para los guardias que van a llegar. La acompañan el abuelo y dos hijas, quienes elaboran sombreros y mantas. Una de las hijas está preñada. Los temas van superpuestos:

PRIMER TEMA: Los tres hombres, el padre Silvino y sus dos hijos cuentan afanosamente las matas, cada uno por su lado. Cuando acaban de contar, comparan los resultados y a cada uno le da un número distinto; a uno 485, a otro 498 y a un tercero 502. Ellos tienen permiso para sembrar 500 matas. Discuten entre sí y al final resuelven cortar 30 matas para estar más seguros.

SEGUNDO TEMA: La familia discute sobre los últimos acontecimientos acaecidos en la región. A varias familias les han destrozado la cosecha, sólo por tener dos o tres maticas de más. En cambio, al señor Plata, que tiene permiso para sembrar cinco mil, ni siquiera le contaron el sembrado, sabiendo todos que tiene por lo menos siete mil. Por eso hay que atender bien a los guardias, no discutirles y servirles un buen sancocho. Era la única gallinita que tenían. Una de las hijas opina que no deben tener miedo porque ellos están seguros de tener menos de las 500 maticas. Otra de las hijas informa que esa noche se prepara una reunión donde un vecino para discutir la situación. El abuelo prohibe rotundamente meterse en reuniones.

Llegan los guardias en el momento en que los hombres acaban de cortar las 30 maticas. Los invitan a sentarse a la mesa. Les sirven el sancocho. Los guardías comen muy a gusto, mientras la familia los mira en silencio. Los guardias piden el papel del permiso de la siembra y proceden a contar. Mientras los guardías cuentan, las mujeres rezan y los hombres se pasean nerviosos.

GUARDIA 1

¿Qué les pasó? Ahí hay 520 matas.

La familia suplica a los guardias que vuelvan a contar, que debe haber alguna equivocación, que es lo único que tienen. Los guardias resuelven de mala gana volver a contar para "demostrar" que ellos son gente honrada. El segundo guardia cuenta las matas por lotes de a 50. La familia le solicita que cuente despacio. El guardia continúa sin oírlos y se acerca al primer guardia.

GUARDIA 2

(Al Guardia 1). Oiga, usted está equivocado, ahí no hay 520 matas. (La familia suspira aliviada). Lo que hay es 535. (Gran algarabía y protestas. Los guardias callan a la familia. Les devuelven el permiso).

GUARDIA 1

Sí quieren pueden ir mañana a la Alcabala a hacer el reclamo, pero nosotros tenemos que cumplir con el deber.

Los guardias proceden a destrozar el sembrado con las culatas de los fusiles. Los campesinos lloran y suplican de rodillas que no les destruyan la cosecha. Las mujeres se abrazan a las rodillas de los guardias. Estos los retiran a culatazos y patadas. Al final agarran al padre y se lo llevan preso. Todos quedan llorando en silencio sobre la sementera destrozada. De pronto, uno de los hijos se levanta y habla.

HIJO

Con llorar no se remedia nada. Vamos a donde los vecinos y les contamos lo que nos pasó. Unámonos a ellos. (Salen).

Redoble de tambor. Entran tres actores y declaman al público.

ACTORES

Cuando ellos te dan tres
es porque ya te han quitado seis.
Cuando ellos te dan diez
es porque ya te han quitado treinta.
Y cuando llegue el día
en que no te quiten nada
es porque ya te robaron la vida.
Sólo tú impedirás que ese día llegue.
Tú y tus compañeros.

VI. EL BAUTISMO

Don Faustino el sacristán limpia los muebles de la vieja sacristía, mientras canta entre dientes una vieja letanía. Llega corriendo un grupo de campesinos el padre, la madre con una criatura de brazos y los dos padrinos. Golpean. Está lloviendo. Faustino abre y les pregunta qué desean, sin permitirles entrar. Los campesinos dicen que vienen a ver si el padre Jacinto les bautiza la niña. Faustino les exige el documento de la alcabala donde conste que están a salvo con los diezmos y primicias. Como los campesinos no le tienen, Faustino se niega a dejarlos entrar, pero uno de los campesinos le ofrece unos huevos. Faustino les permite pasar pero les previene que sin el papel del alcalde es imposible que les bauticen a la niña. El padre entra y discute con los campesinos.

PADRE JACINTO

Sin el papel es imposible. El alcalde me ha ordenado no bautizar a nadie que no esté al día. Son las últimas disposiciones del Visitador Regente. Yo no sé qué hacer, porque los campesinos alegan que les destruyen las cosechas; entonces ¿de dónde van a sacar para pagar los diezmos y primicias? Ustedes no son los únicos, eso les pasa a casi todos los campesinos de la región, donde la miseria y el hambre son cada día más grandes. Además, ya nadie da limosna. De los impuestos eclesiásticos a mí no me queda ni un maravedí. Todo lo mandan para España y para Roma. Esto nos pasa a todos los curas criollos. Y lo peor es que nos dan las peores parroquias. En cambio a los curas españoles les dan las mejores villas y parte de lo recaudado por impuestos.

Los campesinos, casi sin escucharle, le suplican al padre que les bautice a la niña, que está muy enferma, y que si se muere se va para el limbo. El padre se compadece y resuelve bautizarla, pero les previene no decir nada a nadie porque él no quiere tener líos con el señor alcalde. Procede pues al bautismo. Escribe los nombres del padre, de la madre y los padrinos. Pregunta el nombre de la niña. Los padres quieren ponerle Florinda. El padre se niega y le pone María del Carmen, porque es "más cristiano". Los padres aceptan de mala gana. Llenados los documentos el sacristán les pide los dos reales por el bautismo. Los campesinos se miran sorprendidos y le dicen que ellos no tienen ni un maravedí, que para eso trajeron los huevos. El padre Jacinto alega que los huevos sólo valen dos cuartillos. Estalla con "ira santa" y los recrimina por gastarse la plata en aguardiente y no dejar ni un real para el culto divino. Los saca a empujones de la sacristía y les dice que mientras no traigan el dinero no les bautiza a la niña, y que si muere ellos van a ser los culpables. Los campesinos lloran y suplican, pero los sacan a empujones. Redoble de tambor.

VII. EL LEVANTAMIENTO

Una campesina entra corriendo al centro del escenario y lanza la arenga siguiente:

CAMPESINA

El descontento cundía por todo el reino. La situación era cada día más agobiante. El pueblo no aguantaba los impuestos, los pechos y las sisas que se sumaban a los diezmos de la Iglesia. El domingo 24 de marzo de 1780 se levantaron los campesinos de Mogotes, jurisdicción de Sogamoso, juntándose en la plaza más de 500 personas, todas armadas de palos, chafarotes y bocas de fuego, yéndose contra los guardias que habían sido enviados para detener la venta del tabaco de contrabando. Sabedores del levantamiento, los alcaldes salieron huyendo del pueblo. Motines similares se realizaron en Simacota, La Robada, Oiba, Charalá, San Gil y Vélez.

Redoble de tambor. A los gritos de "Abajo el mal gobierno!", "Viva el tabaco a cuartillo!" "Abajo los impuestos!", "Viva el rey y muera el mal gobierno!" sale al centro de la plaza un grupo de gente armada de palos, chuzos y una que otra boca de fuego. Un hombre con un cuchillo en la mano arenga a los comunes.

HOMBRE

Compañeros: no podemos soportar que esos malditos chapetones nos sigan destrozando las cosechas, ¡mpidiéndonos vender el tabaco y el aguardiente y exprimiéndonos hasta el último maravedí en impuestos, sisas y alcabalas. La gente se está muriendo de hambre por todas partes. A los indios les quitaron las minas de sal de Tausa y Nemocón, y a nosotros ahora nos la venden muchísimo más cara. ¿Quién es el responsable de todo esto?

EL COMUN

¡El alcalde!

HOMBRE

Entonces, ¡vamos por la cabeza del alcalde!

La multitud se precípita a la casa del alcalde. Una mujer iracunda arranca el edicto de impuestos que está en la puerta, lo rompe, escupe y pisotea en medio de los gritos de la multitud. El alcalde aparece en el balcón. Trata de hablar a la multitud que lo injuria y vitupera con exclamaciones como éstas: "Perro ladrón!", "Devuélvanos el tabaco!", "Lo que queremos es su cabeza!".

ALCALDE

Calma, calma, señores, regresen a sus casas!

EL COMUN

Cuando el tabaco regrese a sus legítimos dueños.

ALCALDE

Yo les prometo que todo esto se arreglará.

EL COMUN

¡Con su cabeza!

ALCALDE

Si continúan así, puede haber derramamiento de sangre.

EL COMUN

iEso es lo que queremos!

El Común se precipita sobre la puerta de la casa. El alcalde huye hacia la iglesia a la vista del público. Frente al Común aparece el señor Víllarreal, un burócrata.

VILLARREAL

Calma, señores, calma! Lo que todos queremos es que nos quiten los impuestos, pero con la violencia no llegaremos a ninguna parte.

EL COMUN

¡Con el hambre tampoco!

VILLARREAL

Hay que apaciguar los ánimos. Yo les prometo arreglar todo esto personalmente. Porque yo también estoy sufriendo en carne propia toda esta racha de impuestos. Vamos al diálogo.

El Común lo interrumpe con gritos y amenazas y se lanzan contra la puerta. Penetran a la casa del alcalde pero éste ha huido por la parte posterior. Atraviesan la Plaza y van a golpear a la iglesia. Las gentes gritan frente a la iglesia. El cura sale por una ventana y los increpa.

CURA

Hijos míos, ¿cómo es posible que os presentéis en semejante forma ante la casa de Dios, armados de palos y chafarotes?

COMUN

¡Devuélvanos al alcalde! ¡Sabemos que está dentro!

CURA

Regresad a vuestras casas, hijos míos. De lo contrario la ira divina. .. (El Común lo calla y con gritos y exclamaciones el cura se mete a la iglesia. Una mujer se para y arenga a los comunes).

MUJER

Compañeros, ayer 16 de marzo se levantaron nuestros vecinos del Socorro...

COMUN

¡Viva el Socorro!

MUJER

Nosotros no podemos quedar atrás. Vamos por la cabeza del alcalde, aunque sea la casa de Dios, que no es para esconder villanos.

COMUN

¡Vamos!

La multitud arremete contra la puerta de la iglesia, pero el cura los detiene con la custodia en alto. Las gentes se atemorizan y callan. Detrás del cura va el alcalde escondido bajo un gran manto morado, tocando una campanita.

CURA

¡Viva Dios!

COMUN

¡Viva!

CURA

¡Viva el Reyl

COMUN

¡Viva!

CURA

¡Viva la paz!

COMUN

¡Viva!

CURA

¡Viva la paz y cese el tumulto! (Silencio. Con más fuerza). ¡Viva la paz y cese el tumulto!

UN HOMBRE

(Muy bajo). Cese...

El cura avanza con el Santísimo en alto, seguido por el bulto morado, murmurando una oración en latín. Cuando va a cierta distancia el Común descubre al alcalde. Cura y alcalde corren seguidos por la multitud. Redoble de tambor. Los actores se reparten por el público y cada uno en voz baja, confidencialmente, comienza a contar al grupo de espectadores que le corresponde lo que sucedió en los distintos pueblos de la región el día del levantamiento. Cada actor elige un pueblo: El Cocuy, Charalá, Oiba, Simacota, Socorro, San Gil, La Robada, Vélez, Chimá, etc. El relato debe hacerse tranquila y pausadamente.

Los acontecimientos son bastante similares y pueden tener los siguientes argumentos básicos: el día del mercado, en la plaza, las gentes se reunieron, se armaron de palos y chuzos y se fueron a la Alcabala. Alguien, generalmente una mujer del pueblo, arrancó el edicto de los impuestos, o apedreó el escudo de armas. Destrozaron la puerta y entraron a la Alcabala; sacaron las botellas de aguardiente y las derramaron en la Plaza; se apoderaron del tabaco, quemaron parte y el resto lo repartieron y vendieron entre la gente; después fueron a la casa del alcalde y lo sacaron huyendo del pueblo. El relato va aumentando de intensidad y termina con vivas al Común y al tabaco a cuartillo y abajos al gobierno, a la Real Audiencia y al Regente Visitador. Redoble de tambor.



(Un actor sobre una tarima). Nosotros el Común de la villa del Socorro, hemos tenido a bien nombrar por capitanes generales a don Juan Francisco Berbeo, Salvador Plata, Antonio Monsalve y don Diego de Ardila, a los cuales juramos rendir obediencia, siempre y cuando esto sea en beneficio de nuestra empresa. De lo Contrario usaremos de nuestros derechos con todo el rigor, contra el capitán que se nos rebelare. Nos el Común.

ACTOR II

Por lo tanto, los capitanes así nombrados aceptaron tal nombramiento, ante el escribano público, don Mateo de Ardila.

ACTRIZ

Pero esa misma noche, esos mismos miembros firman ante el Teniente de Corregidor un documento secreto llamado "de Exclamación", en el cual negaban lo anteriormente firmado: "Temerosos de recibir la muerte con nuestras familias a manos de los tumultuantes, y violentados por éstos y contra nuestra voluntad, aceptamos y firmamos tal nombramiento, sin incurrir por ello en la fea nota de traidores al Rey, que Dios guarde. Firmado, don Juan Francisco Berbeo, Salvador Plata, Antonio Monsalve, y don Diego de Ardila. (Redoble de tambor).

IX. PAPEL DE CONTEO

Llegan mujeres con enormes ollas de agua de panela que reparten entre todos. Los hombres preparan lanzas, chuzos y chafarotes para marchar a la Convención del Socorro. Extienden las ruanas y pañolones, que vienen mojados por la lluvia. Los comunes van llegando en pequeños grupos de diferentes regiones. Comentan emocionados acerca de la cantidad de gente que se les está uniendo, hasta mujeres y niños. Están dispuestos a todo. Debe darse un ambiente muy festivo y de gran camaradería. Entra un joven muy afanado solicitando cabuya. Lo saludan muy efusivamente y le preguntan para qué quiere la cuerda.

JOVEN

Ayúdenme, por favor! Necesito cabuya para colgar las hojitas de tabaco. Después de mucho rogar logré que el señor escribano me diera el permisito.

HOMBRE

¿Permisito para qué?

JOVEN

Para contar las maticas.

MUJER 1

Oiga, joven, usted anda como los pájaros, sobre las nubes. No ha oído decir que nos vamos para la convención del Socorro y que somos como 20.000?

JOVEN

Si, pero después de tanto sacrificio, yo no voy a perder mi cultivo por nada del mundo. Además, si son tantos, uno menos no importa. Regálenme la cabuyita.

MUJER 2

Debería darle vergüenza! Un grandulón como usted, lleno de salud, quedarse en un momento de éstos en que habemos hasta mujeres enfermas y niños. No faltaba más! No le gastemos más saliva.

Entra un capitán.

CAPITAN

compañeros: la salida para el Socorro es esta misma tarde. Hay que recoger las cosas como estén. Mañana es la convención.

Los comunes recogen ollas, mantas, ruanas, chafarotes, chuzos, costales y parten cantando.

CANCION DE LOS COMUNES

Venimos de todas partes nosotros los comuneros
y hacia Santa Fe nos vamos peleando nuestros derechos.

Hacia Santa Fe nos vamos
armados hasta los dientes,
con machete, palo y chuzos
y con las bocas de fuego.

Redoble de tambor. Mientras los comunes salen cantando, a un costado de la escena se instala un anciano medio tullido. Teje costales. El joven que vino a pedir cabuya ve partir a los comunes y luego sale corriendo hacia el anciano.

JOVEN

Abuelo, cómo le parece esa gente? Dizque empeñados en que me fuera con ellos al Socorro. . . Ni loco que estuviera! Yo lo que necesito es cabuya para colgar mis maticas de tabaco. Deme la cabuya para colgar mis maticas de tabaco. Deme la cabuya que tenga, usted no me la va a negar. Mire el permiso. (Saca un papel). Cuando venda el tabaco podremos comprar el terrenito. lmagínese, irme ahora y perder el cultivo! Si hubiera sido en otra oportunidad...

ABUELO

¿Quiere que le dé un consejo? (El viejo toma el papel y mirando al joven lo rompe) ¿Qué hace ahí parado como un zoquete? Vaya y alcance a los compañeros! (El joven corre y se detiene). Redoble. Una actriz sale hacia el público y declama.

ACTRIZ

Estuviste años a oscuras, muchacho, a oscuras.
Te han tratado como a un títere, muchacho, como a un títere.
Te han robado,
te han golpeado,
te han hecho trabajar como a un esclavo,
muchacho, como a un esclavo.
Hoy la lucha empieza.
Estalla.
Continuará la lucha.
¿Qué haces ahí parado, muchacho?
¿No sabes que contamos contigo?
Deja de ser un simple muchacho
y conviértete en un compañero de batallas
armado de un fusil
o simplemente de las uñas.
Tu mano hará más cortos
Los caminos de la victoria.
Unete a la lucha.
Corre.
Pelea.
Alcanza a los compañeros!

(Redoble)
X. LA CEDULA DEL PUEBLO

Vigilados por tres comuneros de machete en mano, tres escribientes sentados hacen miles de copias de un poema que se llamó "Cédula del pueblo".

COMUNERO 1

Bueno, rápido, a escribir! Que todos los compañeros quieren llevar su poema en el pecho hacia Santa Fe.

ESCRIBIENTE

¡Que esperen!

COMUNERO 2:

No levante la voz.

COMUNERO 1

(Parado en una silla, con un pie sobre uno de los escritorios. Dicta). "A más de que si estos dominios tienen sus propios dueños, coma, señores naturales, coma

ESCRIBIENTE 3

¡Más despacio!

COMUNERO 1

Rápido! "¿Por qué razón a gobernarnos vienen, coma, de otras regiones malditos naturales? Interrogación". (Golpea el escritorio con el machete).

ESCRIBIENTE 2

(Iracundo). Señor, en esa forma no puedo trabajar. (Se levanta y trata de salir. Los comunes lo detienen amenazantes. El escribiente vuelve a su puesto).¡Se ve que nos necesitan!

COMUNERA

Por el momento.

ESCRIBIENTE 2

Y oiga usted, señora, me voy a quejar ante el capitán Berbeo y el capitán de La Barrera por todos estos atropellos.

COMUNERA

Ouéjese! Esos son los capitanes que hemos nombrado nosotros. En el momento en que no marchen, los descabezamos.

ESCRIBIENTE 3

iUstedes son gentuza!

COMUNERA

Pues le llegó el momento a la gentuza de gobernar el virreinato.

ESCRIBIENTE 1

No por mucho tiempo.

COMUNERO 1

Escriban: De esto nuestras desdichas nos previene, coma. (Entra un ¡oven).

JOVEN

Compañeros, qué pasa?, que todo el mundo está esperando el poema para llevarlo en el pecho. Hagan trabajar a esta gente.

COMUNERA

No se preocupe, compañero. Dígales que tengan paciencia y la seguridad de que cada uno llevará su poema en el pecho. Aquí nos amanecemos.

COMUNERO 1

Para excusar fines fatales, coma, unámonos, coma, por Dios, coma, si les parece, coma, y veamos el reino a quién le pertenece. Punto.

COMUNERA

(A un escribiente). Esos garabatos no se le entienden. Escriba más claro.

ESCRIBIENTE

¿Usted sabe leer, señora?

COMUNERA

No, pero aprenderé. No me voy a quedar así.

COMUNERO 1

Sólo nosotros estamos de pendejos, coma.

ESCRIBIENTE 2

iEso sí es verdad!

COMUNERO 1

¡Escriba, carajo! En las Indias las vainas aguantando, coma.

COMUNERA

Así los quería ver, trabajando para el pueblo. ¿Por qué antes no protestaban ni eran sordos cuando tenían que escribir los impuestos contra el pueblo?

ESCRIBIENTE 2

Antes, señora, teníamos el placer de trabajar con la gente.

COMUNERO 1

Pues en México y Lima por espejo, coma, tenemos que ya van levantando, coma, la voz de su dolor y sus aquellos, coma, con que ya de sus llagas van sanando. Punto. Cinco minutos de descanso.

Redoble...

Sale un comunero y se dirige al público.

COMUNERO

Cómo es posible que después de venir de tan lejos, de Charalá, de Simacota, de Oiba y de muchos lugares más; que hicimos un ejército de más de cinco mil; que nos tomamos el puente real de Vélez; que hicimos salir corriendo al oidor Osorio y al capitán de la Barrera con su ejército, sin disparar un sólo tiro. Francamente no entiendo por qué ahora tenemos que estar aquí veinte días aguantando hambre, frío y enfermedades. ¿Por qué? Por culpa del tal Berbeo, que está deliberando con el arzobispo Caballero y Góngora. Yo no entiendo esa vaina! Ahora que somos más de veinte mil, porque hasta las mujeres se vinieron con nosotros para tomarnos a Santa Fe, fuera como fuera, que nos mataran o lo que sea! Yo no entiendo. Qué tal que el tal Berbeo se deje convencer del arzobispo y entonces sí nos lleva el diablo a todos!

Redoble...

XI. SOCORRANOS Y TUNJANOS

Tres comuneros, dos hombres y una mujer, cuidan un paso mientras transcurren con las deliberaciones.

COMUNERO 1

Miren, yo estoy jarto, yo no pienso quedarme aquí más tiempo para que me dé "colerín del negro". Yo tengo ganas de desobedecer a los capitanes y largarme para Santa Fe con la gente que me quiera seguir. A lo que vinimos vamos!

COMUNERA

Yo no sé por qué les da por ponerse a conversar ellos por allá solos, el Berbeo y el arzobispo, mientras nos tienen aquí. Será que quieren que nos cansemos de esperar?

Llegan dos mujeres con comida para los vigilantes.

COMUNERO 1

Qué fue lo que les pasó? ¡Vean las horas de llegar, y uno aquí aguantando hambre y frío!

MUJER 1

Como primera medida, yo no soy sirvienta suya para que me venga a gritar, y como segunda medida sepan que estamos levantadas desde las cuatro de la mañana cocinando para cuatrocientas personas.

COMUNERO 3

Otra vez papas, y sin sal. ¡Maldita sea!

Mientras discuten oyen un grito a lo lejos. Es un cura que se acerca.

CURA

Buenos días, mis hijitos.

COMUNEROS

Buenos días, Su Reverencia. iqué lo trae por aquí!

CURA

Vengo para que me hagan el favor de dejarme pasar por el atajo, ya que el arzobispo me mandó llamar.

COMUNERA 1

Nos da mucha pena con usted, padre, pero nos ordenaron que no podíamos dejar pasar a nadie.

COMUNERA 2

Bueno, pero tratándose del padre...

COMUNERO

Usted no se meta. Ordenes son órdenes. Perdónenos, padre. Mire, más bien tómese un guarapito y converse un rato con nosotros, que estamos muy aburridos.

CURA

Bueno, yo sí les acepto un guarapito tunjano, que es el mejor de todo el virreinato (Bebe), como todo lo de ustedes. Tienen sus buenas ruanas, buen armamento. Ustedes y los de Sogamoso son los más organizados y los más disciplinados. En cambio hay que ver esos socorranos! Eso sí es algo que le rompe a uno el alma. Esa pobre gente se vino de allá, de esas tierras calientes sin ruanas ni pertrechos y se están muriendo de frío y de hambre. Y lo peor es que los han arrastrado a ustedes a este tumulto.

COMUNERO

A nosotros nadie nos arrastró. Mire, padre, aquí todos somos compañeros y estamos luchando por lo mismo.

CURA

Si ellos fueran compañeros de ustedes no estarían tramando contra ustedes..

COMUNERO

Cuéntenos, padre.

CURA

Bueno, yo les voy a contar porque es un deber de conciencia, pero no me vayan a meter en líos. Están diciendo que ustedes los tunjanos y los de Sogamoso, que son los mejor armados, los más discipIinados, que son como 6 mil, son los que van a salir perdiendo y... que los del Socorro, que son como 12 mil pero no tienen nada y además son los más desorganizados, son los que van a salir ganando en esta revuelta.

COMUNERO

Pero, padre, ¿qué van a ganar ellos que no ganemos nosotros?

CURA

Ustedes son muy ingenuos, hijos míos, y no se han dado cuenta. Les explico mejor. Miren: aquí queda el Mortiño y aquí queda Nemocón, y aquí Zipaquirá; aquí está el campamento de los tunjanos y aquí el de esos socorranos. Bueno.., los socorranos, con la ayuda de ustedes, porque ellos solos no pueden hacer nada...

COMUNERO

Nosotros sin ellos tampoco.

CURA

Esto es lo que dicen: Los socorranos, con la ayuda de ustedes, se piensan tomar a Santa Fe de Bogotá, que queda aquí. Bueno... una vez tomada Santa Fe, ¿para dónde va a pasar la capital?

COMUNERA

(Riéndose). Pues para dónde se va ir, padrecito? Se queda allí, ¿no ve que no tiene patas?

CURA

Santa Fe no tiene patas, pero la capital sí. Una vez tomada Santa Fe, la capital va a pasar para el Socorro, que queda aquí. Y una vez la capital en el Socorro, ¿quién va a quedar con más comodidades? ¿Esos socorranos revoltosos o ustedes, tunjanos?

COMUNERA

Mire, padrecito, ¿mejor dicho, lo que usted está queriendo decir es que esos socorranos se están aprovechando de nosotros?

CURA

Ni más ni menos.

Las mujeres que habían traido la comida salen con intención de informar a los otros el chisme del cura.

COMUNERO

Mire, padre, no ha nacido todavía el socorrano que se va a aprovechar de un tunjano. Dios nos ampare!

COMUNERO

Socorranos tenían que ser.

CURA

Hijos míos, tengo que irme. Por favor, déjenme pasar por el atajo.

COMUNERO

pase, padrecito, pase.

CURA

(Los bendice) In nomini patri... (Sale. Se acercan cuatro socorranos cargando un enfermo en una parihuela).

SOCORRANOS

Buenas noches, compañeros. ¿Qué se les ofrece?

(Los socorranos que vienen solicitan a los tunjanos que los dejen pasar, ya que traen un enfermo muy grave. Los tunjanos les perguntan de dónde son y cuando éstos responden que son socorranos, aquellos, influidos por la cizaña del padre, se niegan rotundamente a dejarlos pasar. Se arma una pelea. Los socorranos sacan machete y los tunjanos los amenazan con las bocas de fuego. Finalmente uno de los socorranos les solícita a todos que no peleen ni se insulten con frases regionalistas, ya que lo que siempre ha querido la Corona es dividirlos para poder reinar. Resuelven devolverse. Redoble. Salen cuatro actrices a escena y declaman).

ACTRICES

Veinte dividido por dos es igual a diez.
Diez dividido por cinco es igual a dos.
Dos dividido por dos es igual a la derrota final.
Así piensa y así actúa el enemigo.
Viene y te dice
que tu compañero está ligeramente equivocado.
Va y le dice a tu compañero
que tú estás ligeramente equivocado.
Viene y te dice que tu compañero te traiciona.
Va y le dice a tu compañero
que tú lo estás traicionando.
Luego sonriendo el enemigo mira
cómo se destrozan tú y tu compañero.
Así piensa y así actúa el enemigo.
Combate sus trampas
no dejándote dividir por él.
Piensa y actúa unido.
Veinte más viente es igual a cuarenta.
Cuarenta más cien es igual a mil.
Mil más la unidad es igual a la victoria final.

Redoble. Dos actores leen los siguientes documentos.

ACTOR 1

Mayo 13. A la madrugada sale fugitivo de Santa Fe el Regente Visitador don Juan Gutiérrez de Piñeres.

ACTRIZ

Mayo 16. En las primeras horas de la noche llega el Regente Visitador a la villa de Honda por la vía de Ibagué.

ACTOR

Mayo 24. Procedente de Tausa llega a Nemocón José Antonio Galán, quien inmediatamente es despojado de su bastón de capitán y encarcelado por los capitanes comuneros Calviño, Araque y Blas Antonio de la Torre, por haber injuriado a un estanquero español.

ACTRIZ

Mayo 25. Galán es puesto en libertad por Berbeo, quien lo envía con 100 hombres a capturar al Regente fugitivo, interceptar los correos y ocupar Honda.

ACTOR

Junio 4. Entra Galán a Guaduas, donde hace mansión por más de diez días, dando tiempo al Regente Visitador para ponerse a salvo.

ACTRIZ

Junio 15. En lugar de obedecer la orden de Berbeo y entablar una larga batalla en Honda contra Gutiérrez de Piñeres, José Antonio Galán decide ¡rse desde Ambalema por el no de la Magdalena arriba, libertando esclavos, repartiendo la tierra a los comunes y levantando a los pueblos con la consigna "¡Oprimidos contra opresores! ".

Redoble.

mentira.

MUJER 3

¡Sacrilegio!

Redoble. Aparece un sacerdote español, misionero pacificador, todo vestido de blanco. Desde un púlpito se dirige al público.

CURA

Hermanos míos en Nuestro Señor Jesucristo: nos hallamos aquí reunidos en la Casa de Dios, para recordarles que poner en duda los preceptos del Rey, cuya autoridad viene de Dios, es un grave delito, y así fue decretado en el Concilio de Constanza, gobernando Martino y la Santa Sede, doctrina ésta fundada en los errores de Vicle y Juan de Hus, juzgados por 5 patriarcas, 57 arzobispos, 163 obispos y 475 doctores de la Santa Madre Iglesia. Estoy seguro de que muchos de los presentes en este sagrado recinto tienen armas escondidas en las casas. Esas armas, hermanos míos, hay que entregarlas. No olvidéis que en la noche del 7 de junio en la ciudad de Santa Fe se firmaron los 35 puntos de las Capitulaciones, presentadas por el generalísimo Berbeo, y que al día siguiente, 8 de junio, en la parroquia de Zipaquirá. los señores jueces comisionados don Joaquín Vasco y Vargas, don Eustaquio Galavís, a quienes estoy seguro que todos vosotros conocéis y por consiguiente no tenéis por qué dudar de sus palabras, prestaron juramento ante Su Eminencia Reverendísima el Señor Arzobispo don Antonio Caballero y Góngora, quien en todo momento ha intervenido para que no se derrame la sangre. Entregad las armas, hermanos míos! Lo ordeno en nombre de Dios todopoderoso, antes de que la ira divina descienda sobre vuestras cabezas y las de vuestros hijos. ln nómini patri...

Una campesina se levanta de entre el público.

CAMPESINA

(Casi como una respuesta a las palabras del padre). Pero esa misma noche del 7 de junio esos mismos miembros de la Real Audiencia firmaron un acta secreta, llamada de exclamación, ante el escribano Nicolás Prieto Dávila, donde negaban lo anteriormente firmado, dizque "porque se encontraban presionados por la fuerza del común levantado en armas".

Redoble.

XIII. LA PAGA

Una mesa con un asiento al fondo del escenario. Van llegando los comunes muy contentos, convencidos de que al fin van a pagarles el salario completo, sin impuestos. Llega el pagador, Don Palomino, con papeles y una bolsa de monedas. El pagador va llamando de uno en uno a los trabajadores y éstos se acercan a recibir la paga. La mayoría firma con una cruz. Los trabajadores se retiran a distintas partes de la escena a contar sus monedas. Se reunen. Comentan. Finalmente se dan cuenta de que les pagaron menos y se acercan al pagador a reclamarle. Una mujer, Florinda Moya, logra hacerse oír por sobre los reclamos y le exije una explicación de porqué, si le debían pagar 10 reales, le salen con seis.

PAGADOR

¡Bueno, si quieren que les explique, cállense! Mire, señora: usted se ganó 10 reales, uno que le descuentan de la tienda y 3 de los impuestos. Le quedan 6.

TODOS

¿Cuáles impuestos?

PAGADOR

Real Audiencia, Alcabala... Barlovento...

COMUN

Ya nos los sabemos de memoria. ¿Usted en qué mundo vive? ¿No sabe que ya nos quitaron los impuestos? Y que hay un documento llamado las Capitulaciones, firmado por el Arzobispo?

PAGADOR

Vean, para poder quitarles a ustedes los impuestos necesito una orden del administrador.

COMUN

¿Por qué no la pide?

PAGADOR

El administrador necesita una orden de la Real Audiencia, y la Real Audiencia necesita una orden del Visitador Regente.

COMUN

Ese salió corriendo.

PAGADOR

El Visitador Regente necesita una orden del Virrey.

COMUN

El Virrey está en Cartagena.

PAGADOR

Y el Virrey necesita una orden del Rey que está en España.

COMUN

(Gritos). Nos engañaron! Nos traicionaron! Quedamos en las mismas! (Uno de los trabajadores tira las monedas sobre la mesa y se dirije a los demás).

TRABAJADOR

Compañeros, yo vengo de los Pontazgos y allá también se están incumpliendo las Capitulaciones. Esos capitanes criollos que nombramos nos traicionaron, y se aliaron con los españoles.

JEFE

La única salida que tenemos es entigrecemos y desenterrar las armas. Ustedes tres vayan a traer los chafarotes y las bocas de fuego. Las mujeres vayan a buscar alimento. Y usted, José, coja un caballo y vaya a buscar a Galán. Dígale que nos traicionarón pero que estamos dispuestos a volver a empezar la lucha. Y aqui vamos a hacer unas empalizadas para impedir el paso del ejército. Y recuerden, compañeros: más vale muertos con honor que vivos con vergüenza. (Sale).

Redoble. Una de las trabajadoras se queda allí y se dirige al público.

TRABAJADORA

Ese Juan Antonio Fernández Recamán era uno de esos grandes perros que tenía la Real Audiencia para que le trajera la cabeza de los rebeldes, y esa vez le encomendaron la cabeza de José Antonio Galán y le dieron plata para que contratara un ejército de mercenarios para que lo persiguiera. Por el único delito que había cometido José Antonio Galán de repartir la tierra a los comunes, liberar a los esclavos y poner en los puestos públicos más importantes a gentes del Común. Que Dios bendiga a José Antonio Galán!

(Redoble).

XIV. SUPLICIOS

Tres parejas de guardias sacan a empujones a un negro, un indio y una campesina. Se colocan en diferentes partes del escenario, los torturan y los interrogan simultáneamente a gritos.

GUARDAS

¿Dónde está Galán?

Al indio le ofrecen dejarlo con vida y darle dinero si confiesa. El indio confiesa que Galán se fue por la vereda de La Charca. Le ofrecen la bolsa y cuando el ¡ndio va a tomarla le entierran un cuchillo y salen corriendo. El indio queda tendido en el suelo. Redoble. Salen dos actores hacia el público.

ACTOR 1

Cuando trataba de escapar hacia los llanos de Casanare con doce hombres para formar un gran ejército, José Antonio Galán fue denunciado por Salvador Plata, antiguo capitán comunero, quien con un ejército de criollos pagados por el gobierno lo tomó preso y lo envió a Santa Fe para que lo condenaran a muerte.

ACTOR 2

La Real Corona española trató de aplastar con mano de hierro el movimiento comunero. Miles de familias campesinas tuvieron que huir hacia los Llanos Orientales y ocupar las tierras de los antiguos resguardos de indios. Pero allí empezó a crecer la simiente que treinta años más tarde sería el ejército libertador de Simón Bolívar

XV. EPILOGO

Van entrando familias campesinas exiliadas, con muebles viejos, costales, palos, etc., y van construyendo un pueblos mientras recitan uno a uno la sentencia de muerte que La Real Audiencia dictó contra Jose Antonio Galán.

ACTOR 1

Este hombre, José Antonio Galán, se ha convertido en un monstruo de maldad y objeto de abominación, cuyo nombre y memoria deben ser proscritos y borrados del número de aquellos felices vasallos de un Rey, el más benigno, el más amable para todos sus súbditos.

ACTRIZ 1

Por lo tanto, condenamos a este hombre, José Antonio Galán, a que sea sacado de la cárcel, arrastrado y llevado hasta el sitio del patíbulo, donde sea puesto en la horca hasta que naturalmente muera.

ACTOR 2

Que bajado se le corte la cabeza, se divida su cuerpo en cuatro partes y pasado el resto por las llamas.

ACTRIZ 2

Su cabeza será conducida a Guaduas, teatro de sus escandalosos insultos. Su mano derecha al Socorro, la izquierda a la villa de San Gil, el pie derecho a Charalá, lugar de su nacimiento y el pie izquierdo a Mogotes.

ACTOR 3

Confiscados sus bienes y entregados al Real Fisco. Asolada su casa y sembrada de sal.

ACTRIZ 3

Para que de esta manera se dé al olvido su infame nombre, y acabe con tal vil persona, tan detestable memoria, y no quede otra que el odio y el espanto que inspira la fealtad de su delito.

ACTOR 4

Asimismo, atendiendo a la correspondencia, amistad y alianza que mantenían con este infame reo, condenamos a Isidro Molina, Lorenzo Alcántuz y Manuel Ortíz a que corran la misma suerte.

ACTRIZ 4

Para que tan terrible espectáculo sirva de vergüenza y confusión a quienes han seguido estas cabezas.

ACTOR 5

Inspirando el horror que es debido a quienes han mirado con indiferencia estos miserables vasallos del rey católico, bastardos hijos de la patria.

Terminan de construir el pueblo colectivamente. Llega el compañero Manuel. Lo saludan efusivamente. Es un nuevo tipo de dirigente.

MANUEL

Tengo muchas cosas que decirles, compañeros: a dos días de camino hay un ejército regular de españoles. Esta vez tenemos que tener muy claro que no basta con enfrentar el ejército porque nos mandan más y quedamos en las mismas. Es necesario estudiar y prepararse para ver cómo vamos a hacer para sacar a todos los chapetones de una vez y para siempre. En el Perú y el resto de la Nueva Granada también se están preparando - Tenemos que estar unidos y muy organizados. Yo les traje esto (saca un fusil con mucho cariño de entre una manta y sigue hablando) Hay que estar preparados porque el momento puede ser cualquiera. Hasta la vista, compañeros!

El grupo de exiliados se voltea hacia el público.

Aquí están las entrañas de viejos luchadores
a pesar de sus luchas
Esta noche larga no ha acabado aún
y tú lo sabes.
También sabes que en las entrañas de viejos luchadores
se forma el hombre nuevo.
Que acabará esta noche larga
con el fragor de las batallas.
Y sabes que las batallas las daremos
contigo o contra ti.
Y que ganaremos
Decídete entonces y pelea
No huyas.
Decídete y pelea.

FIN

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