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teatro Kabuki

teatro Kabuki El kabuki
Tal vez el más conocido en occidente por los trajes coloridos y ostentosos que visten sus, por otro lado, exageradamente maquillados personajes, el kabuki se originó en el período Edo (1603-1868) como teatro popular, el de la gente de a pie. No en vano, las representaciones de kabuki tratan de temas atractivos para todos los públicos, las relaciones humanas (a menudo, el amor) o acontecimientos históricos conocidos por todos.


El extravagante maquillaje de los actores de kabuki siempre ha fascinado a los pintores

Sin embargo, el kabuki que tan popular era en sus inicios, tiene ahora una audiencia más selecta (tal vez contribuya el precio, entre los 2.520 y los 16.800 yenes una localidad en el Kabuki-za, uno de los más célebres de Tokio, en el barrio de Ginza). Si hablas japonés y asistes a una representación de kabuki, no te extrañe salir del teatro con la sensación de que o bien has olvidado todo lo aprendido, o bien los actores hablaban un idioma distinto y nadie te avisó: el lenguaje utilizado en las obras de kabuki es tan arcaico (y el tono en el que hablan, tan monótono) que incluso los japoneses tienen dificultades para entenderlo lo suficiente como para seguir el hilo argumental. El diálogo se ameniza con acordes de instrumentos tradicionales entre los que se encuentran el shamisen y el koto (ver Nihon kara 25). Los actores, desde que el shōgun Tokunaga prohibiera actuar a las mujeres y hasta nuestros días, son exclusivamente hombres. Por ello, algunos se especializan en papeles femeninos (onnagata) lo que no deja de añadirle curiosidad a la visita.

El escenario de kabuki es una plataforma rotatoria que cuenta, además, con elevadores y escaleras camufladas por los que aparecen y desaparecen los personajes. Además, el escenario se prolonga en un largo pasadizo llamado hanamichi que lleva directamente a la audiencia. De este modo, el público vive mucho más de cerca la acción de los personajes.

Teatro No

Teatro No El teatro nō

Algunas muestras de máscaras de teatro nō: las hay para todos los géneros y edades.
Pero hay un tipo de teatro todavía más antiguo que el kabuki: el teatro nō. Las primeras representaciones de nō datan del s. XIV y, en sus orígenes, estaban dirigidas a las clases sociales nobles. Otros rasgos distintivos del teatro nō son las máscaras que cubren el rostro de los actores y el escenario en el que actúan, generalmente en el exterior, una estructura muy simple que consta de un techo sobre cuatro columnas y que, a menudo, se encuentra en los terrenos de un templo sintoísta. En el teatro nō se combinan la danza, el drama, la poesía y la música, y esta última adquiere especial relevancia: el coro y los instrumentos tradicionales cobran casi tanto protagonismo como el mismísimo diálogo.

Como en kabuki, los actores hablan en un tono mortalmente monótono que reta al sopor. Y también como en kabuki, la mayoría de actores sobre el escenario son hombres, profesionales de la interpretación que, en muchas ocasiones, se dedican a este arte siguiendo la tradición familiar.

El nō y el kabuki son, al menos una vez, cita obligada para los amantes de la cultura tradicional japonesa: una inmersión profunda en la expresión antigua de esta sociedad que se manifiesta a través de los gestos, las palabras, los silencios y la música. Sin embargo, no nos engañemos: difícilmente podrían ser llamadas “divertidas”. Por eso se han venido desarrollando, desde hace varios siglos, otros tipos de representaciones escénicas.